¿Cuál es el patrón psicológico de un ludópata?

Estos son los patrones de pensamiento y de comportamiento de las personas con ludopatía.

Cuál es el patrón psicológico de un ludópata

La ludopatía se define como un patrón de conducta compulsiva relacionado con el juego. Lo que la distingue de un pasatiempo inofensivo es la pérdida de control sobre la actividad de apostar, aun cuando esta comienza a tener consecuencias negativas evidentes en la vida del individuo.

Es una adicción sin sustancia, pero no por ello menos real o menos dañina que aquellas que implican el consumo de drogas como el alcohol.

Cómo piensa un ludópata

Los ludópatas ven el juego no solo como una actividad, sino como el eje central de sus vidas. Es una obsesión que consume pensamientos, tiempo, y recursos, dejando poco espacio para cualquier otra cosa. Esta obsesión suele estar acompañada de una negación rotunda del problema.

El ludópata a menudo oculta su comportamiento, mintiendo sobre dónde ha estado o cuánto dinero ha gastado, y puede llegar a grandes extremos para seguir jugando, aun cuando las consecuencias sean desastrosas.

Los ludópatas a menudo se ven a sí mismos como maestros estrategas, creyendo que pueden descifrar el código de las apuestas para finalmente alcanzar esa gran victoria que resolverá todos sus problemas.

Sin embargo, este pensamiento está basado en una falacia; la creencia errónea de que pueden controlar el azar. Cada apuesta que hace es un paso más hacia la perdición.

En mis años de experiencia como psicólogo de adicciones, he observado que la mente de un ludópata está constantemente negociando con la realidad. Se convencen a sí mismos de que su siguiente acción les devolverá todo el dinero perdido y más. Es como intentar llenar un cubo agujereado; no importa cuánta agua pongas, nunca se llenará.

Esta negociación constante con la realidad distorsiona su percepción, llevándolos a subestimar las pérdidas y sobrevalorar las ganancias, un fenómeno conocido en la psicología como "sesgo de confirmación".

¿Qué sucede en el cerebro de un ludópata durante todo este proceso?

Investigaciones en el campo de la neurociencia han mostrado que las apuestas activan las mismas zonas cerebrales que se estimulan con el consumo de drogas. La dopamina, ese neurotransmisor relacionado con el placer y la recompensa, fluye generosamente, creando un ciclo de dependencia difícil de romper.

La realidad es que, detrás de cada decisión de seguir apostando, hay una compleja red de justificaciones, miedos, esperanzas y, a veces, desesperación. No es solo la búsqueda de dinero lo que impulsa a un ludópata; es la necesidad de escapar de una realidad que a menudo se siente insoportable, es la seducción del riesgo, el anhelo de una victoria que justifique todos los sacrificios.

Entender cómo piensa un ludópata es el primer paso para ayudarlos a encontrar el camino de salida de esa selva enredada. No se trata de condenar sus decisiones, sino de comprender la lógica distorsionada que las motiva y, a partir de ahí, trabajar juntos para desentrañar ese laberinto y desmontar las creencias irracionales que le han acercado a la adicción.

Los ludópatas, al igual que otros individuos que sufren de drogadicciones, pueden exhibir una variedad de sesgos cognitivos que distorsionan su percepción de la realidad, especialmente en lo que respecta al juego y sus posibilidades de ganar. Estos sesgos cognitivos alimentan y perpetúan la adicción al juego. Aquí te presento algunos de los más comunes entre los ludópatas:

  • Ilusión de Control: Creencia de que pueden influir en los resultados de un juego de azar a través de sus habilidades, estrategias o rituales. * Sesgo de Optimismo: Tendencia a creer que son más propensos a ganar que otros jugadores o que tienen mayores posibilidades de éxito.
  • Falacia del Jugador: Creencia errónea de que un evento es más probable que ocurra si no ha ocurrido recientemente, o viceversa. Por ejemplo, pensar que después de una racha de pérdidas, es más probable ganar.
  • Superstición y Pensamiento Mágico: Confianza en rituales, objetos de suerte o prácticas supersticiosas que creen que pueden influir en el resultado de los juegos.
  • Sesgo de Confirmación: Tendencia a recordar y dar más importancia a las experiencias de juego en las que han ganado, mientras ignoran o minimizan las pérdidas.
  • Error de Atribución: Tendencia a atribuir las ganancias a sus habilidades y estrategias, mientras que las pérdidas son atribuidas a la mala suerte o factores externos.
  • Autoengaño: Negar o racionalizar el comportamiento de juego problemático, incluso frente a evidencia clara de las consecuencias negativas.
  • Disonancia Cognitiva: Experimentar conflicto interno cuando sus creencias o comportamientos relacionados con el juego chocan con la realidad de sus consecuencias negativas, lo que a menudo lleva a justificaciones irracionales para continuar jugando.
  • Efecto del Coste Hundido: Continuar apostando para "recuperar" el dinero ya perdido, bajo la falsa premisa de que las inversiones previas (pérdidas) pueden justificar riesgos adicionales.

Estos sesgos cognitivos pueden mantener a los ludópatas atrapados en un ciclo de juego, a pesar de las consecuencias negativas evidentes. Trabajar para reconocer y desafiar estos sesgos es un componente crítico del proceso de recuperación.

Mentiras de un ludópata

Como en todo problema de adicción, es común que las personas con problemas de ludopatía mientan a la gente a su alrededor (y a sí mismas, repitiendo tanto ciertas mentiras que se las terminan creyendo ellos mismos).

Las mentiras más comunes de los ludópatas se pueden agrupar en varias categorías:

  • Mentiras sobre las pérdidas: Es habitual que el ludópata minimice o directamente oculte el dinero perdido en juegos de azar. "Solo perdí unos pocos euros hoy", podrían decir, cuando la cifra real es exponencialmente mayor. Aquí, la mentira se convierte en un escudo contra el juicio y la decepción ajena.
  • Mentiras sobre el tiempo invertido: "Solo estuve un rato en el casino", afirmará alguien cuya tarde entera se evaporó entre apuestas y máquinas tragaperras. El tiempo, al igual que el dinero, se distorsiona en la mente del jugador compulsivo.
  • Mentiras sobre la capacidad de control: Quizás una de las más peligrosas, la afirmación "Puedo dejarlo cuando quiera" es un clásico autoengaño. Subestima el problema y pospone la búsqueda de ayuda (años años).
  • Mentiras para financiar el juego: Historias inventadas para justificar la necesidad de dinero "prestado" que, en el fondo, se sabe no será devuelto. Se trata de un terreno especialmente espinoso, pues estas mentiras suelen afectar profundamente las relaciones personales, y generar deudas de varios miles de euros (he trabajado con pacientes que ya tenían deudas de varios miles de euros).

¿Por qué se miente?

Es importante entender que, en el fondo, el ludópata se encuentra atrapado en una tormenta emocional, donde la culpa, la vergüenza y el miedo se mezclan. Mentir se convierte en una forma de evitar el doloroso enfrentamiento con estas emociones y con las consecuencias de sus acciones.

La salida del laberinto implica reconocer que se está perdido. En mi experiencia, la recuperación comienza con la aceptación de la verdad, por cruda sea. Desmontar las mentiras, tanto las que nos contamos a nosotros mismos como las que le contamos al mundo, es el primer paso hacia la libertad.

Qué siente un ludópata

Los ludópatas suelen jugar buscando la emoción, la euforia, la adrenalina. No es solo el juego en sí; es toda una gama de emociones que se entrelazan y se intensifican hasta dominar por completo la racionalidad y el sentido común.

El inicio puede ser sutil. Hay curiosidad, quizás incluso un poco de diversión inocente. Pero a medida que el juego se convierte en una constante, la diversión da paso a un deseo obsesivo por seguir apostando.

Es aquí donde el ludópata comienza a sentir una ansiedad profunda, un deseo abrumador de jugar que eclipsa cualquier otra necesidad o deseo. No se trata de querer jugar por el placer que esto pueda generar; es una necesidad que debe ser satisfecha, cueste lo que cueste.

Cuando se está en medio de la adicción, las pérdidas no solo se sienten como un golpe al bolsillo; son como golpes al ego, a la autoestima. Cada derrota es un recordatorio de los errores cometidos, pero en lugar de servir como una lección, actúa como un aguijón que incita a seguir jugando, a intentarlo una vez más, con la esperanza de que esta vez sea diferente.

Es decir, los ludópatas suelen seguir apostando a pesar de las pérdidas porque intentan compensarlas con sus “futuras” ganancias. Esta esperanza se convierte en una compañera constante, a pesar de que la experiencia demuestre una y otra vez que es una esperanza infundada.

Sin embargo, en los raros momentos en que se gana, el alivio y la euforia inundan al ludópata. Es un pico de euforia intensa, pero fugaz, que rápidamente da paso a la creencia ilusoria de que se está en racha, que se ha descifrado el código de las casas de apuestas, que se puede ganar aún más. Este es el espejismo que mantiene al ludópata atrapado en el ciclo de juego: la búsqueda constante de esa sensación efímera de victoria, combinada con la creencia de que las ganancias están a la vuelta de la esquina.

Detrás de todo esto, hay un profundo sentimiento de soledad y aislamiento. El juego se convierte en un mundo aparte, donde las relaciones personales, los intereses y hasta la propia salud pasan a un segundo plano. El ludópata a menudo se siente incomprendido por aquellos que no comparten su compulsión, lo que aumenta su sensación de aislamiento.

Como especialista en ludopatía, he visto el dolor, la desesperación y también la esperanza en los ojos de mis pacientes. Comprender lo que sienten es crucial para poder ayudarles. No se trata solo de cesar el comportamiento de juego, sino de abordar ese torbellino emocional que lo acompaña, de encontrar nuevas formas de afrontar la vida que no impliquen escapar a través del juego.

Comportamiento de un ludópata con su pareja

El ludópata, inmerso en su mundo de apuestas y juegos, puede empezar a mostrar un comportamiento evasivo, donde las mentiras se convierten en el pan de cada día.

Estas no son siempre mentiras flagrantes; a menudo comienzan como omisiones, medias verdades sobre cómo se gasta el tiempo o el dinero. La pareja puede percibir que algo no está bien, que hay secretos en el aire, pero enfrentar esta deshonestidad es como tratar de atrapar el humo con las manos.

La comunicación, piedra angular de cualquier relación, se erosiona. Las conversaciones ya no giran en torno a proyectos compartidos o sueños a futuro, sino que se ven monopolizadas por discusiones sobre dinero, deudas, y promesas de cambio que se evaporan tan rápido como se pronuncian.

El ludópata puede volverse irritable o distante, especialmente si se le confronta con sus comportamientos. Esta irritabilidad no es un reflejo del amor hacia su pareja, sino una manifestación de la frustración y el conflicto interno que vive por su adicción.

Por otro lado, el afecto y la intimidad pueden disminuir. No porque el amor haya desaparecido, sino porque la mente del ludópata está consumida por el próximo juego, la próxima apuesta. La pareja puede sentirse desplazada, como si compitiera con el juego por la atención de su ser querido, lo que genera sentimientos de soledad y abandono en una relación que se supone debe ser una fuente de apoyo y compañerismo.

En algunos casos, el comportamiento del ludópata hacia su pareja puede volverse manipulador. Esto suele suceder cuando el juego ha consumido los recursos financieros y emocionales de la relación.

Pueden surgir promesas de cambio como estrategias para obtener más dinero o tiempo para seguir apostando, sin un compromiso real de buscar ayuda o mejorar. Es un ciclo doloroso, donde el ludópata, en el fondo, se siente atrapado y desesperado, y su pareja, confundida y herida.

Luis Miguel Real Kotbani

Luis Miguel Real Kotbani

Psicólogo | Especialista En Adicciones

Profesional verificado
València
Terapia online

Sin embargo, es crucial entender que detrás de este comportamiento hay una persona luchando contra una adicción muy compleja. La ludopatía es una adicción, no un reflejo del carácter o amor hacia la pareja. El camino hacia la recuperación es difícil y requiere el apoyo, la paciencia, y a menudo la intervención profesional.

Como especialista en adicciones, mi papel ha sido guiar a las personas con ludopatía a través de este laberinto. La recuperación es posible, pero hay que dar el primer paso, que es reservar cita con un profesional para evaluar el caso y empezar a aplicar estrategias.

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Luis Miguel Real es especialista en adicciones, trabajando sobre todo con personas con problemas con el alcohol, la cocaína o las apuestas. También trabaja con otros trastornos, como la depresión y variantes de ansiedad. Ofrece terapia individual o de pareja, tanto presencial en su consulta privada en el centro de Valencia como online, atendiendo tanto a adultos como con adolescentes, y organiza programas de formación para empresas y organizaciones que lo soliciten.

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